Estas últimas semanas, donde el mundo del turismo está más tranquilo esperando la renacida primavera, han sido de una actividad incesante en cuanto a presentaciones, famtrips y creación de nuevos productos. Es así como estuvimos apoyando la presentación en Invattur Benidorm de la Ruta del Vino en Alicante y como también, no podía ser menos, en una cata de vinos promovida en Alcoy donde disfrutamos de la oportunidad de ver qué se está gestando en les «Terres del Alforins».
Hasta allí se acercaron representantes del Celler del Roure, Daniel Belda y Rafael Cambra; lo más selecto del panorama en toda la Comunidad Valenciana, herederos de una tradición mediterránea en la que hoy asumen el protagonismo de trabajar con vinos de calidad, competentes y sorprendentes.
La cata de vinos prevista para el 3 de febrero en Alcoy fue todo un éxito; conocimos un poco más sobre este proyecto bautizado como «Terres dels Alforins» donde territorio, población, trabajo, historia y esfuerzo se dan la mano en clave de vino: estas tierras tiraron del carro cuando la filoxera sembró de desolación los viñedos europeos, pero ahora viene apostando fuerte por otro producto, el que les diferencia, les marca e identifica: un producto de calidad y con carácter.
Tras la agradable velada, tocaba conocer el territorio «in situ» y el sábado 8 de febrero nos desplazamos a la población de Fontanars dels Alforins santo y seña del vino valenciano (con permiso de Utiel-Requena). Allí fuimos recibidos por nuestro compañero Ernesto Diego quien nos ofreció un estupendo desayuno a base de brasa y carne acompañado del mejor caldo posible: vinos dels Alforins. Durante la distendida conversación y ante la posibilidad de probar TODOS los vinos de la zona, llegamos a una simpática conclusión tras observar que, aunque Terres dels Alforins tiene relación con la Denominación de Origen de Valencia, para nada se asemeja el carácter de estos vinos a otros conceptos que tenemos preestablecidos; hablamos de la «catalogación» en crianza, reserva o gran reserva que se aleja mucho de los cánones de estas tierras. Después de una amable conversación filosófica, entre vinos de Cambra, Belda, Roure y otras bodegas, vimos que quien marca la diferencia es el paladar, es la persona.
Estos vinos tienes que buscarlos tú a ellos, probarlos, saborearlos, compartirlos. No es un vino que venga a tu mesa por la etiqueta, por la DO o sencillamente porque es un «crianza que todo el mundo dice que está bueno». ¿Qué vinos son los buenos?. Sencillamente, los que más te gusten a tí, no hace falta ser un experto en vino, añadas, variedades de uva ni en barricas de roble. Siéntate, pruébalo, adéntrate en el mundo de los sabores y las experiencias y cuando acabes, dime cuál es el mejor vino. Pues eso, el vino como el arte, el bueno es el que a tí te más te guste, el que más eleve tu experiencia estética, tu sentido degustativo y al fin al cabo, el que te proponga un mejor disfrute de la vida, que para eso hemos venido ¿no te parece?.
Jordi Linares
Life lover 😉
