Hacemos un breve paréntesis con nuestra vorágine de cataratas, para descubrir la arquitectura del hierro en el puente de Vizcaya, esa perlita que campea a sus anchas en la ría del Nervión y que une las orillas de Portugalete con Las Arenas (Bilbao) o Guetxo porque están muy cerca uno del otro y cada cuál, está claro, barre para su casa. Hablamos de uno de los monumentos declarados por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad en 2006, por ser heredero de una tradición en la ingeniería del hierro y además, ser el primero y el único en su especie; tal vez un poco a la sombra de la Torre Eiffel que por ser «torre» y estar en Paris, parece que se lleve todos los halagos.
Pues bien, allí que fuimos a disfrutar del ambiente que se respira a su alrededor, el de la rías, donde aún se oye al fondo aquella canción popular: «desde Santurce a Bilbao, vengo por toda la orilla, con la saya remangada, luciendo la pantorilla». Rezuman aires de altos hornos, de industria perdida pero de dignidad salvada: el área fabril de Bilbao ha sabido recuperarse y reconvertirse debidamente pasando de ser una zona degradada con un impacto devastador en el medio ambiente, a convertirse en todo un prodigio hacia el respeto y la salvaguarda de las tradiciones, endulzadas con aire de vanguardia. Que tomen nota muchas ciudades, no se trata de reventar, sino de reconvertir, no de derrumbar, sino de salvaguardar, porque vivir en el presente con la mirada puesta en el pasado y hacia el futuro, es la mejor opción para poner en valor el patrimonio. Ahora esta muy de moda el concepto «integrar», pues eso señores, integren, integren.
Volviendo al tema de la arquitectura del hiero, el puente de Vizcaya fue construido entre 1887 y 1897 fecha de su inauguración, promovido por iniciativa privada. Respecto a datos objetivos, tiene 61 metros de altura y 160 metros de longitud con particularidades, ya que la estructura de hierro sostiene una «barquilla» que traslada de orilla a orilla a pasajeros, vehículos y mercancías. Funciona las 24h del día durante todo el año, siendo un trayecto corto el que separa las dos localidades pero que ofrece unas vistas espectaculares de toda la ría, una imagen difícil de olvidar con la salida al enfurecido Cantábrico (aunque simpaticón, como dicen por allí).
El puente de Vizcaya merece más que una visita
Este «transporte» se puede utilizar con grupos y de forma individual a nivel turístico. A nosotros nos vino perfecto para nuestra visita guiada Si vas con grupos de viajeros en un autobús, puedes parar perfectamente en el acceso de la zona de las Arenas y de allí coger el «trasbordador». Ni se te ocurra intentar hacerlo al revés con autobús, porque desde la orilla de Portugalete no hay forma de pasar si no es a pie, con moto o un coche muy pequeño. El puente además, ofrece la posibilidad de transitar por la parte superior de la estructura, actividad que recomiendo a turistas intrépidos, no para grupos y menos si ya han sido abuelos. Yo no he tenido aún la oportunidad de subir a la parte de arriba, pero a la próxima que vaya, no me lo perderé.
Si estás en Bilbao o alrededores, no dudes en acercarte a conocer este puente y la ría del Nervión con su tradición náutica, además de echarte unos cantos en dirección a Santurce:
Desde Santurce a Bilbao
Vengo por toda la orilla
Con mi saya remangada
Luciendo la pantorrilla
Vengo deprisa y corriendo
Porque me oprime el corsé
Voy gritando por la calle:
¿Quién compra? sardina frescué.
ESTRIBILLO:
Mis sardinitas que ricas son,
Son de Santurce, las traigo yo. (BIS)
La del primero me llama
La del segundo también,
La del tercero me dice:
¿A cómo las vende usted?
Si yo le digo que a cuatro
Ella me dice que a tres
Cojo la cesta y me marcho,
¿Quién compra? sardina frescué.
(ESTRIBILLO)
Si yo le digo que a cuatro
Ella me dice que a tres
Cojo la cesta y me marcho,
¿Quién compra? sardina frescué.
(ESTRIBILLO)
